Sunday, April 01, 2007

Cadáver Exquisito

-¿entonces qué?
-Pues nada, lo que quieras
-¿lo que quiera?
-No… mejor no… conociéndote…
-¿pero qué hago?
-pues eso que siempre haces…

Y se puso a pintar. Para los retratos nunca fue bueno… las clases de dibujo… ¡la tortura más horrible!, pero eso ya había pasado… y me vio… y vio como unas sombras y dibujo primero las sombras ¿por qué no?... en fin… pensaba… esa piel tersa y acaramelada y ese cabello color ébano…

...Ébano, ¿¿¿ébano??? Describir ese tono siempre había sido difícil, pero ébano. Hubiera podido haberlo comparado con la noche, con el carbón, con la pez, pero no, lo comparo con el ébano, un material incomprensible, un misterio de esos que sin ser grandes, sobrecogen el alma y la hacen sentir como una niña pequeña que no encuentra nada de que aferrarse mientras su mundo tiembla y se destruye Mientras sus sueños la ahogan, pero la cobijan. Así era el ébano, como una noche tibia que destruye pero acoge...

...Acoge íntimamente y resguarda esa idea, esa idea informal del objeto, dibujarme como un objeto sería algo atrevido, algo innatural y algo moderno (cuanto le molestaba eso…) pero era lo que veía. Me pidió que me diera la vuelta y pinto mi espalda repetidas veces contorneando detalladamente la silueta de mis senos.

La paciencia le estaba escaseando, lo que veía no concordaba con lo que imaginaba, sus manos confabulaban en su contra para que no pudiera plasmar lo que deseaba y cada vez me ponía más nerviosa –QUÉDATE QUIETA- gritaba varias veces y fue ahí cuando se le ocurrió...

...Nadie entendió muy bien, pero había pasado, lo que todos habían tachado como “imposible” y él sólo había definido como “improbable”. Ahí estaban todos los “muertos”, todos los desaparecidos que habían olvidado, cuyo recuerdo ya no existía, estaban ahí, y todos eran iguales, pero se veían un poco más sabios, un poco menos hombres. Y sobre todos resaltaba ella, alta, blanca algo exuberante, dio un paso y caminó más adelante (como diría la canción) . Pero él ya no la reconoció, no celebró su regreso, porque ahora el muerto era él...